
Al otro lado
Al otro lado me dijeron
los viejos se van convirtiendo en árboles
viejos también sin hojas en el lado del sol
aguardando sin saber qué, mudos.
Pero súbitamente un árbol cualquiera
siente subir dentro de él la savia de un sueño
al borde de la muerte ya, pero todavía
tibio como la leche de la madre.
El sueño va subiendo por las venas del árbol
una vida entera que pasa
hasta hacerse pájaro en una rama
un pájaro que recuerda, canta y se marcha
poco antes de que todos los árboles mueran.
Si yo me hago árbol viejo al otro lado del río
y me toca ser el árbol que recuerda y sueña
puedes estar bien segura que soñaré contigo
con tus ojos grises como el alba
y con tu sonrisa
con la cual se vistieron los labios de los rosales
en los días mas felices.
Al otro lado de las montañas
“Alguien dijo que había ciudades para soñar
al otro lado de las montañas.
No dijo si estaban suspendidas en el aire,
sumergidas en las lagunas,
o perdidas en el corazón del bosque.
Los que allá fueron nada encontraron,
ni altas torres ni jardines
ni mujeres hilando en el atrio,
ni un muchacho aprendiendo a tocar la gaita.
Solo yo traje algo para seguir soñando
algo visto y no visto en la niebla de la mañana,
algo que era una flor o un mirlo de oro
o un pie descalzo de mujer,
un sueño de otro que se ponía a dormir en mi,
echado en mis ojos,
pidiéndome que lo soñase mas allá de las montañas,
donde no hay ciudades para soñar.
Y ahora mi oficio es soñar, y no se
si soy yo quien sueño, o es que por mi sueñan
campos, miradas azules, palomas que juegan con un niño,
o una mano pequeña y fría que me acaricia el corazón.”
Le dije a la tórtola
Le dije a la tórtola: ¡Pase mi señora!
Y se fue por el medio y medio del otoño
por entre los abedules, sobre el río.
Mi ángel de la guardia, con las alas bajo el brazo derecho,
en la mano izquierda la calabaza de agua,
mirando a la tórtola irse, comentó:
-Cualquier día sin darte cuenta de lo que haces
dices: ¡Pase mi señora!
y es a tu alma a quien despides como un ave
en una mañana de primavera
o en un atardecer de otoño.
Luz mojada le llegaba del mar
Luz mojada le llegaba del mar.
¡Qué claro el tiempo
para verla en la playa
con presencia de cosa!
¡Qué sencilla la tarde
para besarla en el pelo
con caricia animal y pura!
¡Luz mojada de sus ojos
llevaba el mar!
Parque
Siegas llamadas por tributo: rosas
Flor trigal espacio travesía.
Como nudos cortados: Ala infancias.
De claro nombre en risas reflejadas.
Nueva estampa pastora en niño lloro
Igual vidrio agobiado en luz fundida.
Pastora:
Sí pastora: íntima rueda
Qué corazón de calle -¡ay! en cursiva-
Distancias al volver río en espejos
¡Cada mano cada sol cada tristeza!
Nocturno amante en rocas sin alambres:
Doble parque vacío doble parque
Igual vidrio agobiado en luz fundida.
Noviazgo 4
Noche azul de silencio
esquina de sí misma
oída por las amables
galerías de la luna.
Nadie piensa la lejana
melancolía tibia
de los espejos de luto
de tus ojos primeros.
Creciste como mansa
angustia de vidriados
alambre sin respuesta
de tu sexo solícito.
De una luz naufragada
entre rosales verdes
hiciste quince años
-Un abanico con pájaros.
La noche que no desciende
te vuelve a nosotros ahora
como puente sin río
o ventana en tierra firme.
Una estampa de sueño
tu fábula ahoga
desnudos tus cabellos
de antigua novia nueva.
Noviazgo 2
Los fragmentos de espejos amaban ríos.
Amistades con la sal. Con las cosas más antiguas.
Una novia de las fuentes y de los pájaros novios.
Los cabellos despiertos. La sal imagen mansa,
central de noches vivas. La luna cosa antigua.
Una piedra hierve su talle. El río anda.
¡Qué inexactos y justos los colores de la novia!
Un ave sonora como una margarita,
síes y noes naturales sabor de flor reciente.
Cada espejo una vena escurridiza y fría
donde gotea el olor de los ríos desiguales.
Sobre silencios nítidos la novia de los pájaros.
He ahí la dormida. Un pecho sólo.
Una novia de cosas. Como en cualquier estampa
los fragmentos de espejo amaban ríos.
Noviazgo 3
Mirad los árboles cómo sueñan las hojas florecidas.
¡Yo tengo un árbol! ¡Mirad la novia novia!
Cada sueño deposita grietas en las manos.
Mirad como se fueron haciendo los dedos.
Todo anda revuelto con mi sangre reciente.
La luna tiene un hombro. El río un pez.
Yo tengo en común una ventana con un pájaro.
Esto es un labio y aquel otro una manzana.
¡Como una feria todo! ¡Mirad la novia novia!
Las palomillas se ríen de su talle
Mirad los ojos como cipreses nublados,
¡Como cipreses no! Como ojos simplemente.
¡Yo tengo pies! Hay una sombra ligera.
La sombra tiene un mar. Un mar pequeño.
Nadan en él las cosas. Nadan suaves.
¡Mi novia novia! Mirad las plantas.
!Yo tengo frío. Una vergüenza sensitiva.
Mirad como todo yo estoy revuelto.
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